OTOÑO
Se miró una vez más al espejo, sin saber qué hacer con esa maraña de pelos que se empeñaba en no tener un orden aceptable. Dándose por vencida finalmente, lo recogió en una bonita trenza que le caía con gracia sobre la espalda. Hoy era uno de esos tediosos días manchados de rojo. Cogió un pantalón vaquero y una blusa (como siempre) y se los puso. Ya le quedaban un poco grandes, pero la pereza de comprar ropa le podía. Se puso un poco de colorete en las mejillas y mucho rimel en las pestañas. Si no se gustaba a sí misma, ¿a quién iba a gustar? Se puso su colonia favorita, la que usaba para todo, y se calzó unas sandalias. Volvía a esperarle una larga tarde de trabajo. Pero como siempre, un pensamiento vago más ocupaba su mente: "quizás hoy lo vea pasar". Y pensó que, si tuviera la suerte de tener su número de teléfono, aquella hubiera sido una magnífica tarde para hacer una locura, de esas en tipo de mensaje: "Hay muchas cosas bonitas como ver caer las hojas mientras ...