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Mostrando entradas de noviembre, 2018
    Ha pasado casi un mes y aún no consigo quitarme esa mirada de la mente. La veo cada vez que cierro los ojos, esté donde esté. Y es extraño, porque no era acogedora. Tiene unos ojos que quieren contar mucho y, a la vez, callar otro tanto. Brillantes, y solitarios, que cada vez que me miraban yo intentaba adivinar lo que se escondía tras el muro opaco que ponía en ellos, pero no lo conseguía. Esos ojos oscuros mostraban, aquella noche, añoranza, valentía, cansancio, resignación, impotencia, pasión, dolor. Y eso fue lo que más llamó mi atención: reflejaban dolor, pero no propio, sino un dolor extremo observado del que les estaba costando reponerse, y, tras todo esto, estaba el muro que encerraba todo lo que no permitía enseñar, pero que se adivinaba de magnitudes extraordinarias.     Es alto, mucho más que yo, de pelo castaño y con barba espesa, enmarañada y no tan suave como me esperaba. Y su pose, estudiada al milímetro, era dura e imponente. Sus mano...