A veces hay que despedirse. Derramar esa última lágrima que mantenemos dentro a capa y espada, y dejarla salir. Es lo más sano para nuestra alma. Porque a veces, lo que nos duele no es que nos hayan dejado (otra vez) sino el habernos sentido utilizados, engañados. A veces el dolor encierra impotencia y rabia, por haber entregado todo sin recibir a cambio. Por haber sido la mejor versión de nosotros mismos sin que hayan sabido apreciarlo. Por habernos quedado con la sensación de que han cogido nuestro corazón y lo han lanzado a un precipicio. A veces necesitamos levantarnos un día y decir basta. Basta de estar tristes por idiotas, de sufrir por quien no nos merece, de mirar atrás. Basta de bañarnos en nuestro propio dolor. Dejamos salir esta última lágrima solitaria que tantas ganas tenía de ser libre, y respiramos. Todo pasa, todo llega. Querida amiga, el mundo está lleno de chicos deseando hacerte feliz, sólo tienes que mirar hacia delante y abrir los ojos (y mejores que él son c...
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Tiene la sonrisa más brillante que pude imaginar un mediados de julio. El pelo más suave y la piel más palpable. Tiene unos ojos café que, si miras atentamente, te muestran una cascada de aguas cristalinas. Serenas. Calmadas. Tiene esa silueta que cuando la ves llegar sabes que trae consigo la sonrisa más hermosa. Y un abismo de aventuras en las yemas de sus dedos... Magia. Sin más, tan todo. Él es esa magia que relatan los cuentos y nunca creímos que existiera. Es la calma en un abrazo que te hace sentir en casa. Es la suavidad de su piel la que te transporta a un paraíso de quietud e inmarcesibilidad. Pero por encima de todo, es esa mirada que te atrapa mostrándote todo un mundo de posibilidades tras un iris chocolate con textura de terciopelo. Es. Y te deja sin palabras...