Tiene la sonrisa más brillante que pude imaginar un mediados de julio. El pelo más suave y la piel más palpable. Tiene unos ojos café que, si miras atentamente, te muestran una cascada de aguas cristalinas. Serenas. Calmadas.
Tiene esa silueta que cuando la ves llegar sabes que trae consigo la sonrisa más hermosa. Y un abismo de aventuras en las yemas de sus dedos...
Magia. Sin más, tan todo. Él es esa magia que relatan los cuentos y nunca creímos que existiera. Es la calma en un abrazo que te hace sentir en casa. Es la suavidad de su piel la que te transporta a un paraíso de quietud e inmarcesibilidad.
Pero por encima de todo, es esa mirada que te atrapa mostrándote todo un mundo de posibilidades tras un iris chocolate con textura de terciopelo.
Es. Y te deja sin palabras...
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