A LA LUNA Y VUELTA

Con tus manos decoras los momentos de colores indescriptibles. Con tu mirada plena de luz contagias la alegría de sonreír. Tu voz es solo el susurro del mejor de los sueños que se puedan tener. Con tu sonrisa llenas de estrellas la noche más nublada y de arcoíris la lluvia más temible. No es posible concebirme sin tus abrazos y tus besos, esos que recargan las baterías de mi corazón como si de un campeonato se tratara, en el que gana quien antes consiga el máximo nivel de amor acumulado en un simple gesto. Cuando estoy a tu lado consigues juntar nuestros mundos, reduciendo la eternidad a un solo momento, el ahora. Mi cama sabe diferente cuando la compartimos, es como si durmiéramos en una nube de chocolate que nunca se cansa de acogernos. Oír cómo me llamas es la mejor de las melodías que mis sentidos hayan podido experimentar.
Porque tú eres un regalo del destino, de esos que no te cansas de recibir. Eres la suerte de todas las partidas juntas, una caja de la que nunca paran de salir lecciones y experiencias. Porque de ti se aprende, y mucho. Porque me recuerdas lo bonita que puede ser la vida cada vez que nuestras miradas se cruzan. Porque me enseñas que a cada momento que nos vemos empezamos de cero, es otra oportunidad de crecer, de disfrutar, de ser feliz. Porque no importa lo lejos que hayamos estado o el tiempo que no nos hayamos visto, cuando estás conmigo no dejas de decirme con cariño: “pequeña, tenía muchas ganas de verte”.
Algunas personas vienen a nuestras vidas para enseñarnos a quererlas y vivir la experiencia de un amor único.
Tú eres una de esas personas.
Eres la persona a la que quiero de aquí a la Luna… y vuelta.

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