LOS RECUERDOS
Más de una vez pensé en escribirte para decirte lo que sentía, pero la cordura llegaba en el momento exacto para decirme "¿en serio? ¿y como vas a estar después si no te contesta?" y esa era la razón perfecta para soltar todo aquello que tuviese entre manos y ocupar la mente en otra cosa. Sí, de qué sirve decirle a alguien lo que sientes si a esa persona no le importa, es como hablar con la pared, a un muro de cemento que te devuelve el eco sin el sentimiento siguiera de sentirse escuchado. Y entonces fue cuando lo entendí. No sentía por ti, sino por los recuerdos, esas cosas extrañas que tanto nos gustan, y nos gustan tanto porque no cambian, están siempre perfectas en nuestra mente. Pero lo bueno y malo que tienen los recuerdos es que a veces puedes elegirlos, y quedarte con los que mejor te vienen al momento. Yo nunca me despojaré de tu primera llegada en el tren, pero si del dolor que todo trajo consigo. A veces el silencio te trae todas las respuestas que necesitas, y después de un tiempo de reflexión todo está más claro. Soy más feliz, sonrío a menudo y ya no duermo sobre lágrimas. He aprendido a quererme a mí misma y valorarme. A saber que valgo mucho más que los depojos de una persona, y a que en el momento más inesperado llegará la persona más inesperada. Me gusta que me miren cuando paso por la calle, los piropos que te alegran el día y desentonar con la sonrisa a cuestas sobre una muchedumbre gris y con prisa. Yo voy a mi ritmo. Tengo todo el tiempo del mundo para enamorarme de nuevo, para dejarme querer y volver a escribir sobre cafés. Para no abandonar mis vaqueros y seguir leyendo empedernidamente historias de princesas y lobos feroces. Para no tenerle miedo al amor ni al dolor, las dos sensaciones capitales que tanto nos asustan por lo que implican, pero, ¿por que? nunca te vas a sentir tan vivo como cuando amas y te sientes amado, ni tan humano como cuando estás roto por dentro. El dolor hay que agarrarlo con los brazos abiertos y disfrutarlo, aprender a quererlo: todo no puede ser bonito, pero si bueno.
¿Sabes que? Probablemente ni siquera te extrañaba a ti, sino a lo que me hacías sentir...
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