Cuando me digas que es muy tarde y que tienes que madrugar mañana, que estás cansado y no te apetece hablar, no te diré que llevaba todo el día esperando ese momento, ni que se me ha roto algo dentro.
Cuando te pregunte si quieres pasar la tarde conmigo y me digas que no, que necesitas tu espacio y no tienes ganas de nada (ni siquiera de verme), no te diré el daño que me hace. Intentaré entenderlo y darte tu espacio.
Cuando me digas que estás mal y la solución es que nadie te vea conmigo, no te diré que eres un egoísta. Ni que me siento sola e incomprendida. Me quedaré muy quieta y callada, sabiendo que no me quieres, y sabiendo que, por mucho que yo te quiera, esto no tiene futuro.
Cuando me digas que solo quieres que ella te pague, no te diré que esto es una guerra perdida donde el bicho de tu ex te maneja a su antojo. No te diré que yo no puedo con esta situación, que no me merezco este trato. Me quedaré callada, porque los silencios dicen mucho más que eso.
Cuando un fin de semana más me digas que tienes cosas que hacer para no vernos, no te diré nada.
Cuando te diga algo será: que esta no es mi lucha, y que no puedo más. Que cuando una persona no quiere ser feliz, no va a serlo nunca. Que la antepones a ella a todo: a tu felicidad y a la de los que te rodean, que haces todo cuanto ella quiere, y no te das cuenta que así le das las armas para manipularte a su antojo. Que cuando quieras darte cuenta de lo que has perdido, será demasiado tarde...
Y aunque no te des cuenta, estás perdiendo mucho gracias a ella, porque estos días sin vivir no se recuperan.

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