Sanitaria apestada. Así es como me siento. Como nos sentimos: de usar y tirar. Servimos para luchar contra el Covid-19 pero luego ya no servimos para nada. Somos héroes mientras estamos en plena pandemia pero al menor atisbo de salida ya nadie se acuerda. Ya volvemos a ser lo que éramos: una profesión nada valorada. Se dan muchas palmadas en los balcones mientras nos clavan puñaladas en la espalda.
Solo hasta hoy me resistía a pensar así.
En el hospital, entre plástico y plástico hablamos. Nos contamos experiencias, dudas, nos intentamos animar unos a otros, porque esto comienza a pesarnos mucho. Y todos coincidimos en una cosa: los sanitarios somos unos apestados. Mis compañeros contaban que sus propias familias, ahora en fase 1 de la desescalada que se pueden hacer visitas, les huyen y les dicen que no vayan a verlos pero el mero hecho de estar donde están, donde estamos, en una planta de Covid-19. Contaba hoy mi compañero que a su mujer, la hermana no quiso abrirle la puerta ni ver a sus sobrinos por el mero hecho de tener un marido enfermero. Mi compañera relataba también que su vecina, cuando la veía llegar al portal, se metía corriendo en casa para no verla ni estar cerca de ella. Todos tenemos anécdotas parecidas. A mí, algunos de mis propios amigos me dan de lado por estar trabajando donde estoy. Hoy, que se celebra Eurovisión y que todos los años hacíamos una cena para disfrutarlo, me he enterado por casualidad  que como costumbre había cena, pero como buena sanitaria apestada no soy invitada a tal evento por si contagio a alguno de los asistentes. Que irónico ¿no? Yo, que tengo dos test realizados siendo negativos a ambas inmunoglobulinas. Si estuviera contagiada estaría en cuarentena y no metida debajo de plásticos en el hospital, pero claro, lo más facil es quitar de enmedio lo que estorba.
Somos héroes pero mientras más lejos de tí mejor. Que hipócrita es la sociedad. Y que ignorante, porque si supiera sólo un poquito, si hubiera visto o vivido un 1% de lo que implica este virus, jamás se le ocurriría en estos momentos tomarse algo en un bar o reunirse... La ignorancia es atrevida, o eso dicen. Pero eso sí: las palmadas y la música a las 8 de la tarde que no falten.
Lo bueno que nos está enseñando esta pandemia a los que la sufrimos cada día en primera línea es a darnos cuenta de quién está en los malos momentos, y quién solo en los buenos. Quién se preocupa por tu ánimo y tu salud y quién ni siquiera sabe ni quiere saber como estás. 
Nos estamos volviendo más duros, más fríos, más solitarios. En unos meses cuando esto pase, volverás a insultarnos, a agredirnos, y ya nadie se acordará de la labor que hicimos con este virus del demonio...
¿Cómo me siento? Maltratada, sucia, apestada, nada valorada, dolida, rota, desconsolada, desamparada, cansada, saturada, asustada, utilizada...
Pero lo más importante es que sigáis dando palmadas a las 8 de la tarde, haciendo como que os importamos algo, aunque en realidad sea una mierda.

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