PERFECTA SIN SABERLO

Guapa entre las guapas. Inteligente, sutil, delicada. Así era ella. Enamoraba con sus andares a todos esos hombres que iba dejando atrás y desataba la furia de las féminas que la envidiaban a golpe de “tampoco es tan guapa”. Mil defectos que la hacían terriblemente perfecta y un cabello que a más de una de pelo pantene, le gustaría tener.
Tenía el don natural de la belleza. Cuando se levantaba, era cuando más guapa estaba. No necesitaba maquillaje ni tacones. Siempre fiel, siempre bella, siempre ella. Amó mil y una vez hasta quedarse sin nada. Cupido debía ser su mejor amigo porque siempre aparecía alguien nuevo a quien amar. Y volvía a hacerlo. Una y otra vez.
Le sobraban las ganas, aún cuando llovía. Y a pesar de los mil intentos torpes de encontrarle…acabó haciéndolo.
Sufrió muchas decepciones. Carnavales a destiempo que desdibujaban amistades y criaban cuervos. Y cuervas. Una lista interminable de desencuentros que si hubiesen sido de papel, no quedarían árboles con troncos. Sumaba en experiencias y restaba en importancia. Aprendió a desprenderse de todo eso que no le hacía feliz y aprendió a viajar sin equipaje. Independiente, ágil, insensata en más de una ocasión y la mujer reencarnada de Noé. Para ella el mal no tenía cabida en un mundo que le resultaba cada vez más cruel.
Creció con las princesas de Disney y aunque los tiempos cambiaron muy mucho para ella, el fondo de su corazón seguía siendo el mismo. No daba tregua a sus pasos rápidos y a veces cansados. Seguía adelante, costase lo que costase. Se hizo fuerte. Terriblemente fuerte. Se recogió el pelo dando vida a una larga coleta y se armó de valor para enfrentarse al mundo. Era la que comía chocolate sin preocuparse por esos estúpidos kilos demás. O de menos...