PERMÍTAME ROMPER EL MOLDE
Permítame ser una descarada, y que sea yo quien le invite a una copa una noche cualquiera. Permítame que le sonría y coquetee. Que le guiñe un ojo esperando una reacción por su parte. Permítame iniciar una conversación banal con su persona que le haga reír hasta pensar de dónde demonios ha aparecido una chica como yo. Permítame mirarle descaradamente a los ojos y recrearme en su figura, que le tome de la mano y lo invite a bailar un vals. Permítame tropezarme y que mis labios vayan a parar a su cuello, pero sin rozarlo. Permítame disculparme, mirarle a los ojos y sonreírle de nuevo. Permítame dar tantas vueltas que necesite otra copa y sea la excusa perfecta para invitarle a otra. Permítame perder entre bailes y copas la noción del tiempo. Permítame agarrarlo, acercarme lentamente a la comisura de sus labios y besar su boca suavemente. Permítame dejarme ser invitada a montar en su coche, llevarme a su casa y hacer que se empañen las ventanas de su habitación. Permítame la osadía de levantarme antes que usted y llevarle el desayuno a la cama. Permítame seguir siendo una descarada, y que le invite a comer juntos, y que, sin previo aviso, desaparezca después. Permítame dejarle, sin que lo perciba, una nota en su cartera: una marca de pintalabios y una cita otra noche cualquiera. Permítame verlo de nuevo esa misma noche. En el mismo bar. En la misma barra. Y que sea yo de nuevo quien le invite a una copa. Permítame acercarme una vez más a usted, que le coja la mano y le bese la mejilla derecha. Permítame que, rompiendo prejuicios, captando el valor suficiente para hablarle, sea una señorita y le invite a empezar una historia juntos. Que dure una noche o dure una vida, eso serán perspectivas. Usted tan solo, permítame ser la chica que rompa el molde.
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