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Mostrando entradas de octubre, 2016

ECHAR DE MENOS

Echar de menos. Esa expresión tan puta que nos envuelve con el significado de todas sus letras. Sentir el vacío que deja y hacer como que seguimos enteros. Hoy es el día en el que me siento realmente valiente para decírtelo: Te echo de menos. Pero no a ratos ni un poquito, te echo muchisimo de menos, todo el tiempo. Echo de menos tus manos y la caricia que dejaban a su paso. Echo de menos tu sonrisa, y esa forma tan profunda de mirarme que me hacía sentir desnuda y presa de ti. Echo de menos el tiempo que me dedicabas y cada sonrisa que iba dirigida a mí. La suavidad de tu pelo y el aroma de tu ropa. Echo de menos tantas cosas de ti que me faltan palabras para expresarlo. Y como duele... Pues eso. Por si lo lees por casualidad. Que te echo de menos.

ESPECIAL

Bajé la mirada. No sabía muy bien qué hacer. Ni a dónde mirar. Supongo que a veces pasa. Que por mucho que quieras, por mucho que lo intentes, no hay rincón posible, no hay guarida a salvo. Llegué allí sin saber muy bien cómo. Sin buscarlo. Tan solo caminando. Dejándome llevar. Era muy joven como para andar buscando y también muy ingenua como para esperar algo a cambio. Te miré, pero tampoco sabía como hacerlo.  Me miraste y me escondí. Allí, donde no había lugar para el cobijo... yo solo pensaba en esconderme.  Te acercaste. Lentamente. Con mucho cuidado de no asustarme. Te miraba de reojo. Nerviosa. En silencio. En absoluto silencio. Tus ojos, llenos de bondad, se posaron en los míos. Me tranquilicé. Me tranquilizaste. Seguía temblando, pero estaba tranquila. Más tranquila. Me acariciaste un dedo con dulzura. Te devolví la caricia, aunque la mía era mucho más temblorosa.  Sonreíste. Despacio, muy despacio, tu cara empezó a acercarse a la mía. Yo, inerte, espera...
"Puede que vuelvan a caer lágrimas de tus ojos a mares, puede que te vuelvan a fallar, a defraudarte. Puede que te ilusionen para nada, que te arranquen la sonrisa otra vez, que veas lluvia donde hay sol. Pero lo vas a volver a intentar otra vez hasta volver a caer y levantarte. Disfruta los momentos, los minutos, los suspiros. Y si tienes que llorar, hazlo, que estás preciosa, y ya estaré yo para morderte la sonrisa." Defreds

PERDIDA, Y LOCA

Se cubrió el rostro con las manos y suspiró largamente. No podía seguir así. Estaba tremendamente confundida y deshubicada. Perdida. Ésa era la palabra. Una lágrima resbaló por su mejilla, arrastrando a su paso restos de colorete rosado. Bajaba lentamente, como si no supiese el camino y temiera perderse, para desembocar en un mechón de pelo que interrumpía su paso por el cuello. Tras ella, una gota tras otra continuaron el camino ya hecho, con más rapidez. Sobrepasada. No podía soportar tanta presión en su interior. Se dejó caer en el sillón mirando a sus zapatos, sin ver nada. Recordaba palabras sueltas, imágenes sucediéndose, pensamientos entremezclados, y a su vez, un desasosiego sin igual. No podía seguir así. No era sano ni física ni psicológicamente. No podía centrarse en un dolor que no tenía ni pies ni cabeza. ¿Dónde estaba su raciocinio?Y lo peor de todo: ¿Qué debía hacer? Esa era la pregunta vital para la que llevaba semanas sin encontrar respuesta... Y que necesitaba con l...
Mañana me hacen entrega de las llaves del ático que he comprado en tu mirada.  Pero no en cualquier mirada.  En aquella que compartimos por primera vez,  en la que nos jugamos todo a doble o nada.  Un segundo para sentenciar un todo por la parte.  Tu y yo con nuestra respiración como banda sonora.  Quiero que viajes a ese instante  en el que aún no sabías que estabas decidiendo  como repartir tu mundo en dos mitades.  Ese segundo repleto de segmentos  ya obsoletos sobre mi, me, contigo.  Te regalo una copia de estas llaves  para que puedas mirarte desde donde yo lo hago  y así deshacernos de esa vieja jaula  que tiene como único propósito  colgarnos de un techo que nunca tocaremos. 
Admiraba su valentía. Admiraba como, a lo largo de las horas, había sacado valor para decir aquellas palabras que tanto significaban. Admiraba como, tranquilamente, le había desnudado su corazón y le contaba cómo había empezado todo. Admiraba la sinceridad en sus ojos y la calma de sus palabras. Como se frotaba las manos para encontrar el vocablo adecuado a cada momento. La delicadeza al revelar tamaño tesoro. Su mirada esperando reacción... Sin duda alguna, era una persona especial. No sólo para ella, él era una persona especial en sí, en toda su esencia. Con sus dudas y sus temores. Con sus ideas claras. Con su amor y su valentía. El amor nunca elige a personas cobardes...