Mañana me hacen entrega de las llaves del ático
que he comprado en tu mirada.
Pero no en cualquier mirada.
En aquella que compartimos por primera vez,
en la que nos jugamos todo a doble o nada.
Un segundo para sentenciar un todo por la parte.
Tu y yo con nuestra respiración como banda sonora.
Quiero que viajes a ese instante
en el que aún no sabías que estabas decidiendo
como repartir tu mundo en dos mitades.
Ese segundo repleto de segmentos
ya obsoletos sobre mi, me, contigo.
Te regalo una copia de estas llaves
para que puedas mirarte desde donde yo lo hago
y así deshacernos de esa vieja jaula
que tiene como único propósito
colgarnos de un techo que nunca tocaremos.
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