Admiraba su valentía. Admiraba como, a lo largo de las horas, había sacado valor para decir aquellas palabras que tanto significaban. Admiraba como, tranquilamente, le había desnudado su corazón y le contaba cómo había empezado todo. Admiraba la sinceridad en sus ojos y la calma de sus palabras. Como se frotaba las manos para encontrar el vocablo adecuado a cada momento. La delicadeza al revelar tamaño tesoro. Su mirada esperando reacción... Sin duda alguna, era una persona especial. No sólo para ella, él era una persona especial en sí, en toda su esencia. Con sus dudas y sus temores. Con sus ideas claras. Con su amor y su valentía.
El amor nunca elige a personas cobardes...
Comentarios
Publicar un comentario