Tiene mucho corazón, mucho más de lo que la gente cree. Es de esas personas que viven en un mundo paralelo, pero que en cuanto la necesitas baja la estratosfera de golpe y se queda a tu lado.
No es muy dicharachera, de hecho, piensa el doble de lo que habla. Aun así, siempre se le escapa alguna burrada que te hace llorar de la risa.
Siempre de aquí para allá, y siempre con una sonrisa. Aunque esté rota por dentro. Aunque se haya llevado una decepción tan grande que pareciera que su duro corazón se hubiera vuelto diminuto. Pese a todo, ella llegará sonriendo.
Suele ir despeinada por la calle, con el pelo a medio sacar de la enorme bufanda, o por culpa del viento. Pero detrás de esa fachada de durezas hay una chica con sentimientos, a la
que le gusta que le manden un mensaje bonito antes de dormir (y nunca recibe).
Ella es la chica que cada noche intenta olvidar a base de canciones, se pone los cascos y cierra los ojos hasta quedarse dormida.
La chica que creía imposible volverse a ilusionar y que su mente se levantara sonriente por las mañanas pensando en alguien más. La chica que, aunque lo imaginaba en brazos de muchas, no fue plenamente consciente hasta verlo con sus propios ojos.
Esa chica enamorada que pensó que no le importaría.
Y se ha quedado un domingo gris.
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