"PEPO, EL CORAZÓN NO DUELE"
Recuerdo cuando, de pequeña, tras un día agotador de no parar quieta, le decía a mi abuela que "me dolía el corazón". Era un dolor que me apretaba a la altura del pecho, y que me hacía frenar en mi actividad, de ahí mi preocupación. Ella me miraba con cara de abuela buena y me decía: "Pepo, el corazón no duele. Tiene que ser otra cosa." Siempre me llamaba "Pepo", derivado de pepona, pero esa palabra quedaba demasiado grande para un fideillo revoltoso de pelo rizado que yo era, quedándose por lo tanto en "Pepo". Y yo, por la noche, me ponía a pensar mucho hasta que me vencía el sueño. Pensaba y pensaba y pensaba, y cada noche llegaba a una conclusión distinta que trasladaba a mi abuela nada más levantarme: "Abuela, ya se por qué me duele el corazón. Anoche ya me dí cuenta. Es por que echo de menos a mis papis. ¿A que sí?" Y mi abuela, con su infinita paciencia, volvía a decirme lo mismo: "Pepo, el corazón no duele, y menos siendo t...