MICROCUENTO V - 2a PARTE

No me lo podía creer. Conociéndola como la conozco, si hubiera sido otra persona quién decía aquello le hubiera dicho que estaba loca. Solo pude creérmelo al ver su rostro anegado en lágrimas, diciéndome que se rendía. No podía dejar de mirar esa expresión de derrota: esos ojos tristes a punto de desbordarse, la mirada perdida, y los hombros caídos por el peso de tan grandes palabras. Nunca se hubiera planteado ni siquiera pensar aquello, pero hasta el corazón más enamorado se cansa de recibir escusas. En ese momento pensé que nuestra princesita había madurado mucho con los daños, más de lo que yo creía, porque cuando le pregunté simplemente el por qué, me respondió: "no se puede ser cielo para quién no quiere volar". Y me dejó sin palabras. 
Aquella chica dicharachera que siempre tenía una sonrisa en la boca, que luchaba lo imposible por aquello en lo que creía, que aunque no sirviera para nada lo intentaba; se estaba dando por vencida.
Y le resbaló una lágrima, continua, que viajaba más abajo del cuello, cuando me dijo que estaba dejando ir al amor de su vida porque éste no sentía lo mismo que ella. No la echaba de menos ni mostraba interés en oír su voz. Y a mí algo se me rompió dentro porque no sabía que contestar a aquella chica enamorada, que a pesar de ser capaz de todo por aquello en lo que creía, se retiraba silenciosamente. "Sobreviviré. Lo bueno de morir de amor es que no te mueres. Lloras, estás triste, dejas de comer, no sonríes, pero no te mueres."
Yo esa noche no pude dormir, eran demasiados pensamientos en mi cabeza. Sé que no volverá a ser la misma, es el precio a pagar en estos casos. Pensaba en lo cierta que era aquella frase de "cuando una mujer está enamorada de un hombre, el único capaz de arruinar ese amor es ese mismo hombre". Y no me cabía en la cabeza que tirara la toalla. Ella, la que usaba calcetines desparejados y el día menos pensado cogía el coche y se ponía en la otra punta de Andalucía sólo para ver tu cara de sorpresa... Rota y derrotada.
Dicen que el amor es capaz de todo... ¿hablan de milagro o de destrucción?
-No te rindas pequeña princesa, no dejes de ser tú. Lucha como siempre haces, contra viento y marea. Dile que es un imbécil y ve a buscarlo...-
Bajó la mirada y suspiró. Muy profundo, como ella hace cuando le falta el aire dentro. Y una lágrima resbaló -de nuevo- por su rostro...

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