No todo lo puede.
Siempre nos han enseñado que hay que luchar por amor hasta el último aliento, y no. A veces también deberían enseñarnos a dejar ir, por amor. Porque siempre pensamos en una última vez, por si acaso, y no. La última vez fue la anterior.
Tesoro, recoge tus lágrimas y deja de asomarte a esa ventana que solo proyecta cristales. No hay nada que buscar ahí. Respira... y déjalo ir. No es tu hogar, aunque un día pensamos que sí.
Mandar a la mierda sienta muy bien.
Y quiérete.
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