NOS DA MIEDO EL CARIÑO

A veces en la vida nos encontramos personas buenas. Esas que tienen un corazón tan grande que no les cabe en el pecho. Esas que un día gris tienen la palabra más bonita para dedicarte, y un día soleado son las primeras en fundir el móvil para que te levantes. Esas personas que te tienden una mano para cuando lo necesitas, que te prestan un oído y un hombro donde refugiarte. Esas personas que dan lo poco que tienen, que no piden más allá de un buen trato y un poco de cariño.
Y es que nos da miedo el cariño, y los sentimientos que puedan despertarnos. Nos da miedo que nos den una caricia, pero a la vez más miedo aún que dejen de dárnosla. Nos da miedo que de repente alguien se cuele en nuestra vida y la llene de atenciones, besos y abrazos que te hacen sentir único. Pero lo que más miedo nos da es que esa persona se vaya por donde ha venido. Esa, quizás, sea la razón de nuestro escepticismo. Porque acojona realmente encontrar, sin esperarlo, a alguien que te trata como si te conociera de toda la vida. Que te mira como si fueras una estrella fugaz. Que te toca con ternura y suspira al compás de "¡qué bonita eres joe!". Que te lleva a cenar haciendo que algo sin importancia sea una de las cosas más divertidas del día. Que está tan cerca y a la vez tan lejos...
A veces en la vida nos encontramos con trozos de alma dispuestos a arreglar nuestros pedazos con un abrazo tan fuerte capaz de unirlos de nuevo. 
O a veces, simplemente, es cosa del mar...
... Y de dejarse querer.

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