CÁRCELES
Lo evidente: la apariencia. El físico. Somos esclavas de lo que se ve. El gustar o no. Esa presión constante por tener que agradar. Por ser, o parecer, lo que se espera de nosotras. Esa necesidad permanente de tener que estar perfectas para el mundo: peluquería, cera, maquillaje, lencería y perfumes. Somos mujeres, no muñecas. Si nos arreglamos es porque nos gusta, y si no, también. Si sonreímos no es porque queramos ligar, simplemente somos agradables, porque si no lo hacemos somos unas rancias. Si hablamos no es porque queramos algo, simplemente somos educadas. Todo debe ser medido o puedes verte en un serio apuro. La belleza suele ser una maldición porque despierta las peores pasiones en los hombres. Una mujer demasiado bella no puede escapar del deseo que provoca. Y ese también es un tipo de cárcel.